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NUEVOS RETOS EN LA PASTORAL JUVENIL

NUEVOS RETOS EN LA PASTORAL JUVENIL:
LOS PREADOLESCENTES Y LOS JOVENES ADULTOS




Marcos Dodrill,Director de Juventud para Cristo España


1. Introducción:

Como sector social, la juventud se está ampliando. Crece hacia arriba y hacia abajo. En 1985, cuando se celebró el Año Internacional de la Juventud, una definición común en los estudios sociológicos era considerar a todas las personas entre 14 y 25 años como jóvenes. Una década después, las edades tomadas en consideración en varios estudios son las que oscilan entre los 15 y los 29 años (S. del Campo 1994). Este hecho se fundamenta en la difícil integración de los jóvenes mayores en la sociedad adulta. Otras consideraciones que se detallarán en este estudio están indicando que muchos problemas vividos por los adolescentes de hace una década ahora son muchos más propios de los preadolescentes de entre 10 y 13 años.

Esta ampliación del sector juvenil hace necesario un replanteamiento de las estrategias de intervención utilizadas con estas edades dentro de la pastoral de las iglesias evangélicas. El propósito de este estudio es bosquejar un acercamiento inicial a la realidad de estos dos extremos del sector juvenil y sugerir algunas lineas de acción en cada uno de ellos como base para la reflexión en conjunto.

2. Los preadolescentes

2.1 ¿Cómo son los preadolescentes?

Ya no son niños: Hace cuatro décadas, el sociólogo Samuel Eisenstadt (1956) lanzó una tésis sobre la organización social de las sociedades con un alto nivel de desarrollo técnico. Observó que su estructura social llega a depender cada vez menos de la familia y cada vez más de las relaciones entre grupos de la misma edad. La tecnología obliga a una etapa de aprendizaje más extendida y la lógica de la escuela formal lleva a divisiones cada vez más finas entre grupos de edad. Antes se englobaba a todos los que no eran adultos bajo el término “niño”, pero hace un siglo aproximadamente se empezó a hablar de adolescentes y de niños. Poco a poco se han añadido términos como la primera infancia, la edad escolar, la infancia adulta y la preadolescencia, los adultos jóvenes, etc.

Estos cambios de terminología ocurren muchas veces debido a los cambios en los sistemas de educación formal. En los inicios de la escuelas públicas las divisiones por edades eran mínimas. Luego con la progresiva urbanización llegó la posibilidad de dividir en grupos homogéneos por edad. Un cambio importante en la reciente reforma escolar en España es la inclusión de los estudiantes de 12 años en la etapa de enseñanza media. Este cambio refleja lo que muchos otros indicadores sociales confirman. La mayoría de los individuos que tienen entre 10 y 13 años son más adolescentes que niños. Aunque el término “preadolescente” tiene al menos tres décadas de uso en España algunos cambios sociales recientes están haciendo que sea una edad clave de intervención en la pastoral juvenil.

¿Cuáles son algunos de los factores que llevan a esta conclusión? En un sentido los aspectos señalados aquí solamente confirman las observaciones anecdóticas de los mayores que notan que “estos jóvenes se espabilan antes de lo que hacíamos en mis tiempos.” Uno de los cambios sorprendentes de este tipo tiene que ver con el desarrollo físico. Debido a factores difíciles de averiguar del todo, la edad promedia del comienzo de los desarrollos físicos relacionados con la pubertad ha bajado en muchos paises durante buena parte de este siglo. Esta precocidad de los preadolescentes también se fomenta en los medios masivos de comunicación. En su conocido libro, La desaparición de la niñez, Neil Postman (1982) sostiene que la niñez como una etapa de vida en la cual los niños son protegidos de ciertos tipos de información ha desaparecido con la omnipresencia de la televisión. El hecho de que todo aspecto de la vida de los adultos se plasma en la pantalla pequeña hace que los niños se hagan demasiado mayores demasiado pronto.

Otros indicadores culturales transmiten un mismo mensaje. La ropa infantil imita con obsesión a las marcas de diseño de los adultos. Los niños no simplemente “juegan” al deporte, sino que compiten con uniformes, entrenadores, árbitros y mucha intensidad. Una multitud de cambios en la vida familiar hace que los padres asuman un papel de iguales con sus hijos más que como autoridades. Los niños representados en la televisión y las películas, en muchas ocasiones, son iguales o más estables, inteligentes y capaces que sus padres.

Los resultados de esta adultificación de los niños no son positivos. Elkind (1984) coincide con muchos otros psicólogos del desarrollo en señalar algunos de los efectos nocivos. A nivel general cuando los niños tienen que hacer frente a las tensiones de la vida adulta sin la preparación y madurez necesaria crea una situación de estrés, es decir, una incapacidad de hacer frente a los retos que la vida les proporciona. Es típico citar estadísticas alarmistas de este tipo en relación con los adolescentes y jóvenes, pero la novedad desafortunada es que las edades en las que empiezan estos comportamientos van bajando como los siguientes datos indican.

Se nota la crisis vivencial de los preadolescentes en el estrés y el fracaso escolar, que según un estudio afecta a más de 45 % de los estudiantes de secundaria. (Iriarte Redin 1995) Se nota en las altas tasas de alcoholismo y de drogadicción. El 21% de los escolares de 11-15 años toman alcohol habitualmente, 21% fuma habitualmente y 12 % ha probado los porros. Se nota en las tasas de conductas autodestructivas. El 35 % de los escolares de 12-15 años ha relatado algún tipo de conducta suicida. El 14 % de los escolares de 16 años ha mantenido relaciones sexuales completas. (Rodríguez 1993)

Crece también la predilección por actividades de alto riesgo que casi siempre combinan el alcohol con el peligro. La violencia y la delincuencia, aunque menos frecuentes, empiezan a involucrar a edades cada vez más tempranas. “-Si no hay curro (trabajo) ¿cómo quieres que me lo monte para vivir?- le espetó un crío de 12 años al policia que acababa de sorprenderle robando un bolso a punta de navaja.” (Rodríguez 1993, 345) En Barcelona en los primeros ocho meses del 1992, la policía detuvo a 381 niños delincuentes (un 45% más que en el mismo período del año anterior). Es cierto que no todos los preadolescentes están involucrados en estos comportamientos negativos, pero el hecho de que un porcentaje considerable de sus compañeros lo son, constituye un riesgo latente para el conjunto de personas de esta edad.


2.2 Cómo responder

En esencia, la crisis que hemos descrito entre los preadolescentes es una crisis familiar y descubre su progresiva pérdida de capacidad de transmitir valores convincentes de una generación a otra. Si a esto se le añade una sociedad que no apoya la vida familiar en muchos sentidos y contiene fuertes sectores que se dedican a transmitir anti-valores especialmente a la generación joven por motivos comerciales, el cuadro está más completo. Pero ¿qué se puede hacer para transformar esta realidad desde las iglesias evangelícas?

Frente a cualquier cambio cultural la iglesia puede tener una de dos reacciones: rechazar el cambio y rehusar cualquier adaptación de su ministerios frente al sector afectado o aceptar el cambio e intentar adaptarse a la nueva situación. Pero, a veces, una combinación de estas dos estrategias opuestas es la más indicada.

Por un lado, es evidente que la progresiva división de la sociedad por grupos de edad lucha en contra de la solidaridad intergeneracional que es un valor básico del cristianismo. El cuarto mandamiento manda a los hijos a honrar a sus padres y añade la razón de que es por su propio bien. En el último versículo del Antiguo Testamento Dios promete que el precusor del Mesías haría “volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres”. (Malaquias 4:6) Por lo tanto cualquier procedimiento que contribuya, consciente o inconscientemente, a la ruptura generacional debe de ser descartado. Al fin y al cabo, una pastoral juvenil no debe separarse de la pastoral global de la iglesia. Por lo tanto sugerimos tres lineas básicas de acción en cuanto una pastoral de preadolescentes aunque solamente una será desarrollada en detalle en este trabajo.


2.21 Reforzar la vida familiar

En primer lugar, hace falta reforzar la vida familiar de la congregación de todas las maneras posibles. Tanto los programas de formación y estímulo para la vida familiar como la intervención en situaciones problemáticas proveen un apoyo para los ministerios entre niños y jóvenes. En relación específica con la preadolescencia, es importante tener un programa que orienta a los padres y les ayudan a reforzar las relaciones que tienen con sus hijos antes del comienzo de la adolescencia plena. Toda enseñanza orientada a reforzar las habilidades de comunicación y los distintos lenguajes del amor expresados en los mandamientos recíprocos (amáos los unos a los otros, perdonáos los unos a los otros, confesáos vuestras faltas los unos a los otros, etc.) ayudará mucho en este cometido.

2.22 Reforzar las actividades intergeneracionales

En segundo lugar, hay que luchar por la vigencia de actividades intergeneracionales en la vida de una congregación como el culto, las células en casas y las colonias familiares. Puesto que la meta final de la pastoral de jóvenes es capacitarles para vivir con madurez espiritual dentro de la comunidad de fe, es esencial que las actividades conjuntas tengan sentido para ellos. Para que esto sea una realidad en muchas congregaciones hace falta tanto educar a los preadolescentes para su participación como reenfocar algunas de estas actividades. En demasiadas ocaciones son actividades llevadas por adultos mayores y dirigidas a adultos mayores y no para toda la comunidad. Puesto que los tema de culto y eclesiología corresponden a otra ponencias no se puede desarrollar en profundidad aquí, pero queríamos dar constancia de su importancia para la pastoral de preadolescentes.


2.23 Intervenir de una manera nueva con los preadolescentes

A la luz de las nuevas presiones que están enfrentando los preadolescentes, hay que darles un apoyo adicional desde la comunidad de fe tratándoles más como jóvenes que como niños. Este grupo forma una especie de edad “ventana” que todavia está abierta a formar un nuevo grupo de amigos y a participar en las actividades apoyadas por adultos. Para la mayoría de las congregaciones esto implica aumentar el número y tipo de actividades que se hacen con los preadolescentes y el estilo de interacción entre líderes y participantes. Si se espera hasta más tarde (por ejemplo, hasta cuando tengan 14 o 15 años) para iniciar este tipo de actividades, será demasiado tarde para algunos porque ya habrán desarrollado su grupo de amigos de fuera de la iglesia y será doblemente más difícil convencer a los amigos no-creyentes a participar en un nuevo grupo de la iglesia.

2.231 Objetivos generales

¿Cuáles deberían ser los objetivos para la intervención con esta edad? Presentamos aquí un primer borrador de objetivos con algo del razonamiento que está detrás de ellos.

1. Aceptar a Jesús como Señor y Salvador. Aunque este es un objetivo permanente para todas las edades, tiene una importancia especial para el preadolescente. Incluso para los que han tomado alguna decisión como niños, la preadolescencia es una etapa en la que se confirma o se abandona estas decisiones infantiles. Es la edad de empezar a formar una identidad independiente de los padres y tomar las primeras decisiones propias en algunos sentidos.

2. Comprometerse con un grupo cristiano. El preadolescente está adquiriendo una nueva capacidad para la amistad. Pero necesita ayuda y un contexto en el cual practicar estas nuevas habilidades sociales. Es conveniente que su compromiso con la iglesia sea personal además de institucional, ya que su capacidad de crítica institucional pronto estará en pleno desarrollo. Este compromiso con el grupo puede ser la cola que mantiene a algunos preadolescentes dentro del círculo de influencia de la iglesia mientras su compromiso espiritual todavia no se ha confirmado. También es un momento ideal para involucrar a personas de fuera de la iglesia en el grupo ya que tienen cierta libertad de sus familias y el grupo les da la oportunidad para actividades que no pueden realizar por si mismos.

3. Conocerse y aceptarse a si mismo como persona creada en la imagen de Dios. “La adolescencia temprana es un período de crecimiento y cambio segundo solamente a la infancia en su velocidad.” (Lipsitz, 1977, 29) Todo este cambio puede provocar inseguridad y ansiedad. Encontrar la ayuda de Dios para conocerse y aceptarse será fundamental para toda posterior integración de su fe con la vida.

4. Desarrollar algunas competencias personales y relacionarlas a la misión global de la iglesia. Debido a su excesiva preocupación sobre si mismo y sus defectos, no es difícil entender la necesidad del preadolescente a hacer algo bien y recibir la aprobación de otros. Al contrario de la interpretación de algunos, la misión de la iglesia incluye un lugar para todas las habilidades existentes. Es importante mantener este enfoque amplio y proveer oportunidades para que los preadolescentes prueben en hacer muchas cosas y a relacionar estas habilidades con los propósitos de Dios para la humanidad.

5. Empezar a pensar sobre la fe de una forma más sistemática. La nueva capacidad para el pensamiento abstracto que está empezando en la preadolescencia hace que surja toda una serie de dudas no planteadas antes. Además es una edad ideal para completar el aprendizaje y organización de los datos básicos de una panorama bíblica. Sus estudios en la escuela empiezan a tomar un rumbo más acelerado. Los ataques de compañeros y profesores sobre elementos de su fe no tardarán en llegar. Necesita estar preparado para hacer frente a estos retos.

6. Aplicar valores cristianos a las diferentes áreas de sus vidas. La creciente libertad del núcleo familiar le plantea nuevas decisiones sobre actitudes y comportamientos que antes eran prohibidos. Necesitan la orientación de modelos vivos de la fe para observar e imitar. Necesitan personas maduras en su fe con las que pueden comentar sus dudas sin sentirse rechazados.

7. Iniciarse en una práctica personal y comunitaria de la oración y el culto. Con la conversión viene un correspondiente desarrollo en la oración y el culto como algo vivido personalmente por el preadolescente, pero necesita dirección y apoyo en este sentido. En muchas congregaciones empiezan a asistir a los cultos por primera vez a esta edad.

8. Identificarse como cristianos y compartir su fe con sus compañeros. Para que este aspecto funciona de la mejor forma, necesitan el apoyo activo de los líderes de sus grupos en ayudar a planear actividades que podrían ser atrayentes y abiertas para sus amigos.




2.232 Metodología

En cuanto a la metodología a utilizar en la pastoral de preadolescentes, hay muchos apartados que son idénticas a los de la pastoral de otros grupos juveniles. Cuatro elementos fundamentales son el acompañamiento personal por parte de los educadores, las relaciones entre los miembros del grupo en sí y la congregación como una comunidad de referencia y el uso de los métodos activos en las actividades de aprendizaje.

La palabra clave para describir al preadolescente es activo. Todavia no se puede dar charlas largas o esperar participación disciplinada en coloquios extendidos sin la necesidad de una disciplina estricta que puede llegar a ser contraproducente. Conviene más, al menos en algunos contextos, enseñar a través de la actividad, pausando de vez en cuando para introducir momentos de reflexión y trabajando mucho a nivel de grupos pequeños y a nivel individual.

Joan Lipsitz y Leah Lefstein (1983) incluyen las siguientes características en su descripción de una intervención eficaz con personas de esta edad: 1. Provee oportunidades para actividades diversas. 2. Ayuda al preadolescente a definir y conocerse a si mismo. 3. Permite al preadolescente participar de una forma significativa en la organización y realización de sus propias actividades. 4. Interacción positiva con adultos y pares. 5. Incluye la actividad física. 6. Provee la oportunidad para adquirir y demostrar nuevas habilidades. 7. Están estructuradas y tienen límites claros.

2.233 Liderazgo

Quizá esta sección sea la más difícil de todo el escrito. Para que haya una nueva intervención con los preadolescentes, hacen falta más líderes que se dediquen al tema. Esta edad está convirtiéndose en la más propensa de frustrar a los líderes infantiles y enviarles en búsqueda de nuevas áreas de servicio. Es un trabajo que requiere un líder para cada cinco participantes como promedio. Para que estos líderes sobrevivan y tengan efectividad, necesitan tener una serie de requisitos mínimos que se esperarían de todo líder de un ministerio personal en la iglesia. Pero además hace falta cubrir dos otras necesidades básicas.

1. Necesitan una formación específica. Los participantes en este programa son menores de edad y por lo tanto se requieren personas con títulos oficiales de monitores y directores en el tiempo libre. Además esta formación tiene que capacitarles en las habilidades básicas de la pastoral juvenil.

2. Necesitan apoyo en la preparación de los programas. Esto incluye materiales de programa para poder llevar a cabo actividades interesantes con las pocas horas que tienen disponibles para la preparación. También incluye apoyo en la organización de actividades especiales preferentemente en conexión con otros grupos de la misma edad.

Para que existan estos puntos de apoyo en la gran mayoría de las comunidades se requiere el potenciar a ministerios especializados de apoyo que deben enfocar sus programas, no como competencia, sino como ayuda a las iglesias locales.

3. Los jóvenes adultos

3.1 ¿Todavía son jóvenes?

Las personas que tienen actualmente entre 22 y 34 años han sufrido mucho a manos de los medios de comunicación. Cuando el periodista norteamericano, Douglas Coupland invento el término de la generación X se sorprendió por la rápida extensión de la idea. La X se refiere a un valor desconocido de la álgebra y sugiere para Coupland la falta de definición en esta generación. En España han crecido con la democracia y la crisis económica que ha dificultado mucho su inserción en el mundo laboral. Es la generación que ha seguido a los jóvenes del Mayo del ’68 con sus grandes ideales políticos o religiosos. Pero en vez de rebelarse como sus hermanos mayores se encogen de hombros y se resignan. Sus músicos son nihilistas como Kurt Cobain, cuya vida refleja el título de una de sus canciones “Me odio a mi mismo y quiero morir.” Su estética grunge es una de la tranquilidad más absoluta. Hasta 70% de los que tienen menos de 30 años viven aun en el “hotel Mamá” esperando estar bien situados antes de lanzarse a la independencia. La edad promedia para casarse se ha subido a los 29 años para los chicos y 26.5 para las chicas.

Sin embargo, los intentos de encasillar a esta generación están encontrando dificultades ultimamente. En el número del 9 de Junio de 1997 de la revista Time, Margot Hornblower describe los desaciertos de unas grandes campañas publicitarias basadas en el esterotipo negativo de la generación X. Según Adam Morgan, director ejecutivo de la agencia de marketing TBWA Chiat/Day, esta caricatura de la generación puede haber sido, “el error más caro de marketing en la historia.” En una encuesta principal, las personas de esta edad reconocieron que las generaciones mayores les ven como “perezosos”, “confusos” y “faltos de enfoque” pero que ellos se describieron como “ambiciosos”, “determinados” e “independientes.” En el mundo caótico de las empresas, algunos están creando su propio espacio con creatividad y tremendo éxito.

A nivel de las iglesias evangelícas en España, muchas personas de esta edad han dejado de asistir, incluso después de años de participación activa. Otros han seguido, pero con un nivel de compromiso con el servicio mucho menor que la generación que les ha precedido. Pero una minoría significativa están involucrada en el servicio hasta el punto de quemarse y sin tener actividades adecuadas para apoyarles en sus necesidades sociales y espirituales. Ya son demasiado mayores para las actividades de jóvenes y la vida social de los adultos se orienta en la gran mayoría de los casos alrededor del núcleo familiar.

3.2 ¿Qué se puede hacer?

3.21 Reconocer la importancia estratégica de esta edad.

En lugar de desesperarse ante las dificultades que representa este grupo de edad o simplemente ignorarlos, hay que diseñar una pastoral adecuada para ellos. Si en esta última etapa de la pastoral juvenil no se logra una integración real en la congregación adulta, el conjunto del proyecto se tambalea.

3.22 Utilizar una dinámica intereclesial con inteligencia

Una de las dificultades inmediatas es que en las mayoría de las congregaciones hay pocas personas que se quedan si no se casan y desarrollan su vida familiar dentro de los patrones típicos de la actividad social de la congregación. Esto indica la idoneidad de un apoyo de actividades intereclesiales.

3.23 Enfocar bien los propósitos del ministerio con esta edad.

Un enorme error es considerar que el propósito de estas actividades sea principalmente el de servir como una agencia matrimonial para las personas solteras. El propósito de este ministerio es el mismo que todas las otras actividades de una pastoral bien enfocadada, es decir, ayudar a los participantes progresar en su camino hacia la madurez en Cristo. El reducir todo esto a la búsqueda de pareja es tener una falta de visión y una política contraproducente.

Es una edad abierta a la evangelización. Muchas personas de estas edades están buscando un grupo de amigos con el cual salir en su tiempo de ocio y están abiertas a actividades de reflexión sobre temas espirituales.

Es una generación que se plantea muchas dudas teológicas y éticas aunque, a veces, no las reconoce como tal. Es posiblemente la generación más cualificada a nivel académico y profesional de toda la historia de las iglesias evangélicas en este país. Vive en un ambiente de considerable relativismo moral. No les basta las respuestas tradicionales en estos temas que dicen en efecto, escuchar, dejar de pensar y obedecer. Necesita el diálogo y unos fundamentos sólidos para su fe y su ética. Quizá la diferencia más importante entre los adultos jóvenes y los adultos mayores en la actualidad (a partir de los 45 años, por ejemplo) es la necesidad del grupo más jóvenes de unos contextos de ministerio más allá de las reuniones formales. El poder compartir a un nivel personal en grupos más reducidos es algo imprescindible para ellos. La falta de estos contextos en la pastoral de algunas iglesias contribuye a su pérdida de miembros de esta generación.

Hace falta encontrar y apoyar a los líderes en esta generación que, aunque escasos, todavia existen. Muchos de los que son profesionales competentes están deseando trabajar en proyectos de alta calidad en la iglesia. Pueden tender hacia el elitismo a veces y les cuesta relacionar sus vocaciones en el mundo secular con las actividades eclesiales. Pero cuando llegan a encontrar esta relación su participación puede ser formidable. Los líderes de esta generación necesitan a líderes mentores que también trabajan con un alto nivel de calidad. Necesitan a personas que les potencien y que no se sienten amenazadas por los niveles de educación superior que ellos tienen.

A la larga, esta generación llamará a la iglesia en su conjunto a la renovación de sus estructuras eclesiales. Muchos de los nuevos modelos de iglesia a nivel internacional ha sido empezados por líderes jóvenes. Si hemos de evitar el progresivo envejecimiento de la población evangélica, esta generación tiene que responder. Tanto si utilizan formas viejas o formas nuevas tendrán que comunicar de una forma comprensible a su generación el mensaje eterno de vida.





BIBLIOGRAFIA

Eisenstadt, Samuel Noah. 1956. From generation to generation. Londres: The Free
Press of Glencoe.

Elkind, David. 1984. All grown up and no place to go. Reading, Massachusetts:
Addison-Wesley Publishing Company.

Iriarte Redin, María C. 1995. El estrés, un problema de hoy en el mundo infantil.

Lefstein, Leah M. y Joan Lipsitz. 1983. 3:00 to 6:00 P.M: Programs for young
adolescents. Carrboro, North Carolina: Center for Early Adolescence.

Lipsitz, Joan. 1997. Growing up forgotten Lexington, Mass.: Heath.

Martín Escribano, Guzmán. 1980. La religiosidad del preadolescente. Madrid:
Editorial CCS.

Postman, Neil. 1982. La desaparición de la niñez. New York: Delacorte.

Rodríguez, Pepe. 1993. ¿Qué hacemos mal con nuestros hijos. Barcelona:
Ediciones B.

S. del Campo ed., 1994. Tendencias sociales en España (1960-1990), vol. I,
Bilbao: Fundación BBV.

Verdú, Vicente. 1993. “La generación X” El País. 21-III-93.



2.132 Los preadolescentes de familias creyentes El modelo educativo de la escuela dominical es necesario pero no suficiente . . . educación en el tiempo libre, educación en valores en base a la experiencia . . . programas de escuelas de padres, preparándose para la adolescencia plena, reforzando relación mientras haya tiempo, preparándose para una dinámica de grupo de jóvenes, hay que trabajar la continuidad de un proyecto educativo global de preadolescencia hacia la adultez joven.

2.133 Los preadolescentes de padres no-creyentes Es una edad clave para la evangelización. Hace falta un equipo grande. Diferencias entre una pedagogía de jóvenes y una de preadolescentes, el movimiento, la concreción, el trabajo personal y el trabajo en grupos pequeños

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